La espuma de la cerveza es la parte más aromática, así que durante una cata de cerveza el primero paso es olerla recién servida para no perdernos sus matices. Algunos aromas son muy volátiles y desaparecen pronto. Después de esos primeros minutos dedicados a evaluar los primeros aromas de la cerveza (nada nos impide, y de hecho conviene, seguir fijándonos en como evolucionan con la oxigenación y la subida de temperatura en el vaso) nos dedicaremos a mirarla y a analizar su aspecto.
El gran "hecho diferencial" de la cerveza es la espuma, que otras bebidas no tienen, y cómo se comporta y retiene en la copa. En efecto, la efímera corona de espuma de bebidas como los vinos espumosos y las sidras desaparece en segundos, mientras que la espuma de la cerveza permanece (su persistencia dependerá de cada estilo) y forma parte esencial de su aspecto y sabor.mPodríamos decir que las otras bebidas tienen burbujas mientras que la cerveza tiene verdadera espuma.
Una buena retención de espuma, o sea, que una parte de ella se mantenga sobre el líquido durante varios minutos, es siempre un rasgo positivo. La espuma aísla la cerveza del oxígeno, protegiéndola mientras la bebemos, realza su aspecto y trasmite en cada trago una parte de su aroma al paladar.
Color de la espuma
El color de la cerveza condiciona el color de esta espuma, que puede tener diferentes tonalidades qué van desde el blanco pálido de las cervezas muy rubias al marrón/beige de las más oscuras.
Textura de la espuma
El tipo de espuma, su textura, también puede variar e ir desde el aspecto de crema hasta otro más "jabonoso" y con burbuja de mayor tamaño. El servicio en el vaso (recto o inclinado, desde más o menos altura) afecta a la cantidad y textura de la espuma.