En 1492 Cristobal Colón llegó a América, como ya sabes. Y la primera cervecería “oficial” que se conoce en el Nuevo Mundo se fundó en 1542, por un noble y comerciante sevillano. Pero la verdad es que no tenemos muchos datos sobre el papel de la mujer aquí (aunque me apuesto una birra que eran mujeres nativas las que trabajan en los trabajos manuales de producción). Parece ser que esta primera fábrica no tuvo mucho éxito entre otras cosas porque no había lúpulo en las tierras americanas, y se tuvo que empezar a cultivar desde cero.
Con respecto a Estados Unidos, tuvieron que pasar un par de siglos hasta que se empezó a colonizar de manera masiva. Los viajeros transatlánticos que llegaban al Nuevo Continente llevaban consigo raciones de cerveza porque no confiaban en la potabilidad del agua (normal, en Europa no lo era) y porque el viaje era larguito. Y resulta que la cerveza a bordo del barco se mantuvo en buen estado durante todo el viaje.
Cuando los colonos se asentaron, no tardaron mucho en construir pequeñas fábricas de cerveza para sus esposas. En la América colonial, como lo habían hecho en Europa, las mujeres casadas preparaban cerveza para alimentar a sus familias. Y a todos los niveles socioculturales. Martha Jefferson, la mujer del presidente de EEUU Thomas Jefferson fabricaba una cerveza de trigo con gran reputación, eso sí, con la ayuda de sus esclavos en su plantación de Monticello.
Otra cervecera importante de la época fue Susanah Holland. Su receta de cerveza permitió la creación de la de la cervecería independiente más antigua de Canadá: Moosehead Brewery. Eso sí, ella era la maestra cervecera y responsable de la producción, pero la empresa, llevaba el nombre de su esposo y de sus hijos.
De la misma manera, las mujeres nativas americanas como los Apaches o Maricopa también elaboraban sus propias cervezas para utilizar en diferentes rituales.
El descubrimiento de la levadura en 1857 de Louis Pasteur coincidió con una ola masiva de inmigración alemana, que trajo cerveza, refrigeración, envases más baratos y entrega de ferrocarril a una industria cervecera a gran escala que se expandía y consolidaba. Ninguna ley mantenía a las mujeres fuera de estas fábricas pero entraban como mano de obra menos cualificada y por lo tanto, menos pagada.
En los años 20 llegó la famosa Ley Seca, y la elaboración de cerveza tuvo que volver a la casa, donde las mujeres, de nuevo, se ocuparon de ello. Es decir, siguieron haciendo lo que habían estado haciendo, pero ahora con el añadido de que era ilegal.
Dentro, fuera, pagadas o no, lo que está claro es que culturalmente la cerveza seguía asociada a la mujer. ¿Qué ocurrió para que la imagen que tenemos actualmente de la misma se asocie solo a hombres, a grupos de amigos, a Homer Simpson o a monjes barrigudos? Esto te lo contaré en el próximo post. ¡No faltes!