Os voy a contar un secreto: hace unos años yo sabía muy poco sobre cervezas artesanas. Poco más que lo que te explicaban los camareros en los bares donde podíamos beber este tipo de cervezas. Pero rápidamente me di cuenta que había todo un mundo de por descubrir, y que era fascinante.
Desde entonces, tomar una buena Porter en mi casa un sábado por la tarde, cuando fuera hace un frío de mil demonios, se ha convertido en un ritual que me hace más llevadero el invierno.
Os dejo aquí cinco datos sobre las Porter que me llamaron la atención en su momento.
1. aparecieron hace 300 años en Londres. Yes, esta cerveza es so British!. Tiene su origen en los pub londinenses, donde mezclaban una cerveza clara, ligera y barata con otra más oscura, densa y cara, para obtener una cerveza de cuerpo medio.
2. se dice que su nombre proviene de la fama que alcanzó la cerveza en sus orígenes entre la clase obrera londinense, que realizaba diversas tareas de transporte de cargas o “porter”.
3. es de color oscuro (de marrón rojizo al negro) y tiene un sabor intenso, con un contenido alcohólico entre 4,5 y 5,5%. Si cierras los ojos y te concentras, podrás apreciar que huele a pan, chocolate e incluso… ¡galleta! También podrás encontrar estos sabores en boca, aparte de un ligero sabor torrefacto.
4. en el siglo XVIII la cerveza Porter llegó a Irlanda y tan sólo unos años después Guinness ya estaba produciéndola. Una de sus versiones, la “extra stout”, es básicamente la Guinness que conocemos hoy en día.
5. es fácil confundir las Porter con sus hermanas pequeñas, las Stout. ¿Un truco para distinguirlas? Las Porter son más suaves, en cuerpo y en graduación alcohólica. Además, las cervezas Porter destacan por las notas de caramelo, esto las diferencia de las notas de café que tienen las Stout.
Espero que estas curiosidades os gusten tanto como a mí, y este fin de semana os toméis una Porter para recibir el Solsticio de Invierno. ¡Están buenísimas acompañando un plato de embutidos y queso!